Capítulo
2
La
calma que precede a la tormenta
Me
apresuré en bajar a la celebración por si Arthema ya estaba allí,
bajando el camino que lleva a la aldea los últimos rayos de sol
teñían de un color rojo anaranjado todo cuanto alcanzaba la vista,
desde las nubes hasta la loma del solsticio, pasando por el mar y
continuando por la playa, la lonja y el mercado y seguidamente la
aldea, hasta que como una trémula llama apunto de consumirse, el sol
se ocultó tras el horizonte dando paso a la noche. Tras de mí
tímida aun asomándose por encima de los arboles, la luna se erguía
lentamente, una luna llena y brillante como jamás había visto
empezaba a iluminar con su azulada luz la aldea.
Al
llegar abajo me deslice entre la gente de hoguera en hoguera buscando
a Arthema, aún no había llegado. La alegría colmaba el lugar,
hasta donde alcanza mi memoria no recordaba un Hyldeghar tan alegre y
multitudinario desde hace muchos veranos, la gente rebosaba alegría,
todos se arremolinaban alrededor de las hogueras y de la gran “Rosa”
como si danzaran alrededor de la embarcación. De pronto a mis
espaldas se armó un alboroto entre los jóvenes, y al oír el
apellido Kargen me giré y allí estaba Arthema acercándose hacia mi
con el pelo recogido, con un vestido de lino blanco, jamás la había
visto de esa manera, tan bella con esa sonrisa que la caracterizaba
pero ruborizada como no la había visto nunca, se acerco a mi y
mirándose el vestido me preguntó:
“¿me
ves bien?, No se tal vez el vestido es demás....”
Yo
la interrumpí y le conteste sin poder apartar la vista de sus
preciosos ojos:
“No
podrías estar mas bella, realmente me has sorprendido gratamente. De
verdad.”
Y
así era, de la cabeza a los pies su belleza natural se entrelazaba
en armonía con cada detalle: sus sandalias atadas al tobillo con una
cinta cruzada y con una lazada detrás, un vestido sobrio pero
elegante de lino blanco con tirantes con una cinta color calabaza en
la parte alta de la cintura, su pelo recogido en una trenza que le
descansaba sobre un hombro, su piel blanca moteada ligeramente de
caprichosas pecas aquí y allá. Me quede unos instantes embelesado
mirándola, admirando su belleza cuando de pronto el suelo tembló
bajo nuestros pies como cuando un trueno estremece con su sacudida
todo a nuestro alrededor, duró apenas unos segundos, el suficiente
tiempo para que me temblaran las piernas al ver a Arthema abalanzarse
sobre mis brazos. Todo el mundo se sobresaltó con el temblor pero al
poco tiempo continuaron con la celebración , yo sabía que no era
un trueno, no era época de lluvias y el cielo estaba mas despejado
que nunca, la luna brillaba como nunca acariciando con su luz azulada
todo cuanto las hogueras no iluminaban, nos acercamos a una hoguera a
comer algo y todo el mundo miraba a Arthema al pasar, era
comprensible ya que siempre solía vestir con ropas de trabajo y el
pelo alborotado, pero esa noche se la veía radiante. Estuvimos
hablando sobre el día siguiente, de los eventos de Hyldeghar,
hablamos del “La Rosa” y reímos bromeando e imaginando que
pasaría si al botar la embarcación se hundiera como una piedra.
Llegando
al filo de la media noche, nos levantamos y nos dirigimos hacia “La
Rosa” para alejarnos del bullicio de la multitud, a mitad de camino
noté como una suave brisa que venia del interior de la isla, algo
inusual, de pronto vi como una sombra como un manto de oscuridad
recorría el suelo avanzando hacia nosotros desde la loma del
solsticio, levante la vista y tras de Arthema sobre la cima de la
loma, una ola como jamás había visto, sobrepasaba los arboles y
engullía todo a su paso como si quisiera tragarse la isla, ni
siquiera parpadeé cuando cogí a Arthema del brazo y supongo que
ella al verme la cara de pánico ni siquiera preguntó y empezamos a
a correr hacia “La Rosa”. La inmensa hola que parecía no tener
fin a cada lado, acabó envolviendo la isla mientras seguía bajando
por la loma cuando al fin llegamos a la embarcación, yo ayude a
subir a Arthema y cuando estaba apunto de alcanzarnos la ola conseguí
subir a la cubierta pero la ola levantó la embarcación velozmente y
caí en el interior del cubículo bruscamente golpeándome contra el
suelo de madera, luego recuerdo que entro agua y todo el barco
agitándose
y
también tragar agua varias veces, luego silencio. Recuerdo despertar
aletargado, primero oscuridad total, un silencio sepulcral y la
incapacidad de sentir mi cuerpo, no podía respirar, ni siquiera
articular palabra alguna, de pronto empecé a oír la voz de Arthema
casi imperceptiblemente pronunciando mi nombre entre sollozos. Mi
cuerpo no respondía por mucho que lo intentase, las palabras se
ahogaban en mi interior, aun así su voz era mi faro en el oscuro
vacío que me encontraba y seguí luchando, por moverme, por
articular palabra, cuando de pronto un destello, seguido de una
visión borrosa, era ella y aunque no la distinguía sabia que era
ella y tras una convulsión en la que saqué el agua que había en
mis pulmones tome una gran bocanada de aire y le respondí
pronunciando su nombre, poco a poco mi cuerpo empezó a reaccionar y
empecé a volver en mi, alargué mis manos hacia ella, mis oídos
volvieron a recuperar su agudeza, mi visión volvió a ser clara,
como pude la abracé con todas mis fuerzas mientras ella no paraba de
preguntarme si estaba bien.
Aún
era de noche, estábamos empapados, temerosos y desorientados por
todo lo ocurrido, como pudimos nos pusimos en pie para asomarnos por
la entrada, íbamos a la deriva en un mar embravecido y sin ver la
isla por ningún lado, pero no perdimos la calma y así como la mala
mar amainó, nos dispusimos a revisar y asegurar la embarcación y
todos sus cabos y velas, achicamos el agua del interior, aseguramos
las escotillas. En breve empezó el cielo a clarear y el mar dejó de
estar picado, con los primeros rayos del sol empezamos a secarnos las
lágrimas y a recapacitar sobre nuestra situación......
continuará...