Doce rosas de Válanhyr
Prólogo
''Dejad
que ellas se acerquen a mi, por que en ellas esta la salvación'' Ese
fue el instante de la historia donde deja de desarrollarse la misma,
se comba y lentamente enfila el trepidante camino hacia su desenlace.
A
veces cuesta distinguir el punto exacto en el que una historia varia
su rumbo, en mi caso, jamás había estado tan claro. Y fue en el
momento habiendo pronunciado esas palabras, en un instante tan veloz
como una centella, cuando fui consciente de que el rumbo de lo que
acontecía, había variado imperceptiblemente y fue aquel instante de
silencio el primer paso.
Pero toda historia tiene también un principio, a veces anterior a sus protagonistas, y es así como empezó todo. Y he aquí, en el origen, donde dos historias mas anteriores convergen para dar paso, al primer día de mis días.
Las cosas hubieran podido empezar de otra manera, tal vez de haber sido así, la historia habría tenido un desenlace diferente, incluso desde el principio, tal vez, y solo tal vez podría haber tomado otro rumbo distinto, digo esto, por que para que ocurra un echo concreto, aunque parezca inimaginable, simplemente deben reunirse las condiciones necesarias. Y será entonces cuando acontecerá. Tened en cuenta que para que un echo sea puro, debe acontecer de manera natural, ya que de ser manipulado o propiciado perdería toda naturaleza pura, que de diferente manera hubiera adquirido de forma natural desarrollándose libremente. Siendo la incidencia de la voluntad de los individuos, la causa que varia la esencia pura y por tanto deja de tener el mismo aspecto, significado y desarrollo.
Y al igual que yo halle gracia en la luz que alumbro mis pasos, de la misma manera halléis vosotros gracia en mi camino y habrá sido mi legado. Y será aun así después de haberme ido que seguirá llegando a buen puerto vuestro barco.
No hallareis respuestas en mis palabras. Sino distintas preguntas para lo que andáis buscando, tampoco encontrareis directrices inquebrantables que os aseguren que llegareis a buen puerto. Tan solo es, la exposición de los hechos y del criterio que nos acompaño durante el viaje emprendido.
Y he aquí que os presento mi relato, que no mi historia, si no la historia de doce rosas.
Pero toda historia tiene también un principio, a veces anterior a sus protagonistas, y es así como empezó todo. Y he aquí, en el origen, donde dos historias mas anteriores convergen para dar paso, al primer día de mis días.
Las cosas hubieran podido empezar de otra manera, tal vez de haber sido así, la historia habría tenido un desenlace diferente, incluso desde el principio, tal vez, y solo tal vez podría haber tomado otro rumbo distinto, digo esto, por que para que ocurra un echo concreto, aunque parezca inimaginable, simplemente deben reunirse las condiciones necesarias. Y será entonces cuando acontecerá. Tened en cuenta que para que un echo sea puro, debe acontecer de manera natural, ya que de ser manipulado o propiciado perdería toda naturaleza pura, que de diferente manera hubiera adquirido de forma natural desarrollándose libremente. Siendo la incidencia de la voluntad de los individuos, la causa que varia la esencia pura y por tanto deja de tener el mismo aspecto, significado y desarrollo.
Y al igual que yo halle gracia en la luz que alumbro mis pasos, de la misma manera halléis vosotros gracia en mi camino y habrá sido mi legado. Y será aun así después de haberme ido que seguirá llegando a buen puerto vuestro barco.
No hallareis respuestas en mis palabras. Sino distintas preguntas para lo que andáis buscando, tampoco encontrareis directrices inquebrantables que os aseguren que llegareis a buen puerto. Tan solo es, la exposición de los hechos y del criterio que nos acompaño durante el viaje emprendido.
Y he aquí que os presento mi relato, que no mi historia, si no la historia de doce rosas.
Capitulo
1
La
brisa, el primer paso
Mi nombre es Válahyr y mi historia empieza el la pequeña aldea Ksono, la única aldea de la única isla, que quedó olvidada por los cuatro continentes después del gran cambio. Los cuatro grandes continentes se re-ubicaron con gran impetuosidad durante cuarenta generaciones y los pocos hombres que quedaron se agruparon según sus creencias e intenciones y de esa manera quedaron distribuidos en los cuatro continentes y fue después de los siguientes ochocientos años que no quedo ni rastro de cualquier discrepancia respecto a los cuatro reinos. No entre ellos, porque esas diferencias se mantienen perennes aún en nuestros días. Sino cualquiera que fuera diferente a las cuatro. Pero ajenas y desamparadas de los cuatro reinos, quedaron apenas siete familias aisladas en una pequeña porción de tierra que permaneció ilesa durante el gran cambio. Fue la confrontación de los cuatro elementos primarios: tierra, fuego, agua y viento representada en la lucha por mantenerse en el dominio de nuestro horizonte , los continentes, los océanos, el magma que emergía por doquier y del viento en todo su esplendor con una fuerza desmesurada que labraba tierra agua y fuego a su antojo resultando los cuatro continentes hoy presentes y la que resulto y permaneció impoluta hasta nuestros días: isla de Maijho.
Los cuatro continentes son bastas extensiones de tierra y algunas elevaciones de no mas de cien pies de altura y no hay mar, lago ni siquiera océano de mas de cien pies de profundidad, como tampoco viento que zarandee las ramas, de las exuberantes regiones, de bosques, que prácticamente cubren en su totalidad los continentes, a excepción de sus costas, algunos ríos y riachuelos que serpentean aquí y allá. También aunque mas holgados, se disponen algunos macizos de roca que emergen de entre los bosques pero sin despuntar demasiado, más algún que otro lago.
Poco más puedo contaros de los cuatro colosos, ya que desde que dejó de soplar el viento hace ya unos cincuenta ciclos, que vendrían a ser alrededor de doscientos cuarenta inviernos de nada sirven las velas a los barcos, salvo la de algún bote de algún pescador que aprovecha la tenue brisa para volver a puerto, pero estos botes no se alejan de las costas ya que las corrientes mar dentro, pueden llevarse el bote y no volver jamás. Hay leyendas de viejos pescadores que dicen haber sido arrastrados por la corriente durante el cambio de estación, dicen, haber divisado el vecino continente Thebo, después con la ayuda de remos, una pequeña vela y la perezosa brisa regresaran a puerto antes de que la corriente los alejara demasiado. Sucesos lejanos el el tiempo, que se convierten en leyendas ya que sus protagonistas ya no están entre nosotros. Comparaban Thebo con Maijho siendo nuestra isla una réplica en miniatura del continente vecino, pero que a los lados la vista no hallaba el final a las costas de Thebo. El difuso horizonte se mezclaba con las costas de la lejanía, en cambio Maijho era una isla prácticamente redonda a excepción de la pequeña bahía donde está asentada la aldea de Ksono.
Ksono, mi hogar, hogar de pescadores. A día de hoy somos cuarenta familias, la aldea y el puerto son prácticamente idénticos en tamaño ya que el mercado también forma parte del puerto y esta unido a la lonja y las casas se disponen alrededor y sobre la falda de la loma del solsticio. En su totalidad Ksono, apenas es una mácula en la isla, y aparte de sus cinco playas y sus costas de roca escarpada un inmenso bosque que cubre casi en la totalidad la isla nos sustenta, y apacigua nuestra hambre cuando la pesca escasea, también nos dispone de leña para la lumbre, madera para nuestras casas y nuestros botes, y además plantas para nuestros males.
Yo vivía en la casa del camino que se aleja de la aldea subiendo la loma hacia casa de los Kargen, una familia algo estrambótica que ya conoceréis, mi casa era una casa pequeña pero acogedora en la que vivíamos yo y mi madre, mi padre se lo llevó el mar cuando yo apenas había cumplido siete años, pero de eso ya hace unos diez años, fue al año cuando realmente aceptamos que no volveríamos a verlo, mi madre que toda la vida se había dedicado a hacer remiendos en redes y nansas y a vender el pescado que traía mi padre, empezó a hacer remiendos en vestidos, trajes, etc, cosa que luego le llevó a realizar sus propias confecciones. Yo en cuanto cumplí los trece empecé a ayudar en la lonja al señor Bergen, Eliathyr Bergen fue gran amigo de mi padre y se encargaba de dirigir la lonja. Empecé de recadero para el señor Bergen y al cumplir los quince me ofrecieron trabajo recargando pescado, fueron dos años muy duros hasta que hace poco cuando me ofrecieron salir a la mar. Jamás olvidaré la primera vez que dejé de tener Maijho a mis espaldas y el inmenso mar delante para pasar a adentrarme en el inmenso mar para ver como la pequeña isla se alejaba y se hacía mas pequeña. Esos eternos segundos en los que sentí que mientras me alejaba algo en mi pecho luchaba por salir, era como una voz sin palabras que clamaba por un vacío, algo que se sucedía entre latido y latido lentamente hasta que el pescador al que acompañaba me hizo volver en mí cuando me preguntó:
"¿Sabes que es lo mas importante al salir a pescar?"
Durante unos instantes seguí mirando la isla hasta que me giré y le contesté:
"Volver, volver a puerto"
A lo que me contestó.
"Pero para ello hay que saber navegar, ¿verdad? Entonces ¿Qué es lo mas importante al salir a navegar?"
Y acabando de pronunciar esas palabras desplegó la pequeña vela y empezamos a surcar el mar, empujados por una suave brisa, rodeando Maijho. Ese fue el día en que navegar se convirtió en mi obsesión, hasta que llego el verano. El verano más caluroso de todos, casi era imposible navegar y la mayoría de días de nada servía una vela, los días de mas calor ni salíamos a pescar ya que esos días la pesca era nula.
Cada verano en Maijho celebrábamos el solsticio de verano, y tres días antes ya empezaban las celebraciones, a las que nos referíamos con el nombre de Hyldeghar. Y fue dos días antes de Hyldeghar cuando empezó todo. Yo estaba una mañana más, viendo amanecer desde la entrada de mi casa a pie de camino donde se podía ver todo el puerto esperando, un poco de viento cuando de repente vi bajar a alguien por el camino, era la hija de los Kargen, Arthema Kargen, que bajaba refunfuñando con un pequeño artefacto en una mano y en la otra un palo con el que iba golpeando la hierba del camino y al pasar por delante de mi le dije:
"Adiós melocotón!!.
Entonces se dio la vuelta miro el artefacto, luego el palo, me miró y me lanzo el palo, luego se volvió y siguió camino abajo. Le llamo melocotón por el color de su pelo, tiene una espesa melena de rizos anaranjados que descansan sobre sus delicados hombros. El color del pelo le viene de su padre aunque su padre tenía al pelo enmarañado y además una calva encima de la cabeza que le daba un aspecto desaliñado, de el también le venía su piel fina y pálida, en cambio de su madre tenía sus ojos verde claro cuales brotes tiernos de hierba al llegar la primavera, también sus rizos aún que su madre tenía una tupida melena color castaño claro que solía llevar recogida con un pañuelo.
Esa mañana era algo mas fresca que las demás, y después de comer algo me decidí a bajar al puerto a ver si algún pescador madrugador había tenido suerte esa mañana, mientras bajaba por el camino vi a Arthema dirigirse al astillero que estaba situado a la derecha de la bahía al final del puerto, al principio no le di importancia. Al llegar al puerto todo estaba tranquilo, como siempre, algunos pescadores arreglaban sus redes mientras otros aprovechaban para calafatear sus botes durante los días es escasez. Otros sin embargo habían salido a pescar de madrugada y aun no habían regresado, se les veía faenando en la lejanía pero la vista no alcanzaba para ver si había peces en las redes que sacaban.
Cuando el sol estaba a mitad de camino del medio día, estaba ablando con con unos pescadores ancianos cuando alguien avisó de que llegaba a puerto una barca, era Theridor Brogen, ¿Quién sino iba llegar a puerto alardeando de esa manera, enseñando su mayor captura por encima de su cabeza? Theridor es un chico algo mayor que yo, su padre el señor Grighor Brogen era el dueño de la gran barcaza. El señor Grighor era una persona importante en Ksono y daba trabajo a mucha gente pero era muy exigente. Al llegar al muelle Theridor saltó de la barca el primero antes de que la amarraran, algo impropio de un capitán, y mandó a dos jovenzuelos descargar el pescado que se apresuraron en descargar los cestos llenos de pescado. Cuando ya estuvo mas cerca de nosotros lanzó una carcajada y dijo
"Los Brogen no dependemos de la gran barcaza para conseguir abundantes capturas"
Nos saludo con la mano y prosiguió su camino hacia la lonja, pero apenas había dado unos pasos cuando alguien avisó de que se acercaban mas barcas, los Kirgen en su barca que se apresuraban en acabar de llenar los cestos de pescado y los Shogen celebrando su éxito mientras replegaban su pequeña vela.
Con todo el alboroto no me había dado cuenta de que soplaba una suave brisa, en unos instantes el puerto había vuelto a cobrar vida. Nadie se lo esperaba, de la aldea bajaba gente, algunos a trabajar, otros a comprar y algunos ancianos simplemente a curiosear, pero solo una persona subía a toda prisa, inconfundible entre la muchedumbre con su melena pelirroja zigzagueando, hasta que llego al pie del camino, a Arthema se la veía muy ocupada hoy. Decidí que si mañana, víspera de Hyldeghar volvía a soplar la brisa saldría a pescar así que empecé a hablar con los pescadores para ver si alguno se animaba, pero no hubo suerte. Por la tarde después de comer con mi madre bajé a la aldea, algunos vecinos empezaban a decorar Ksono para la celebración, todo el mundo estaba entusiasmado y mas aún con el éxito de la pesca. Algunas chicas subían a ver a mi madre seguramente para arreglar sus vestidos, algunos pescadores preparaban las redes para el día siguiente, un grupo de chicos jóvenes se divertían en la playa del puerto, vi a lo lejos que había luz en el astillero y decidí acercarme a curiosear, mientras me acercaba me percaté de que había alguien trabajando dentro. Al adentrarme en el astillero lo primero que vi fue la gran barcaza de los Brogen, aprovechaban los días de escasez para ponerla a punto, era inmensa, casi ocupaba todo el astillero, semi-cubierta y en los lados había unas oberturas para sacar unos remos, la tripulación constaba de tres pescadores dos marineros y el capitán. El capitán fue Grighor durante muchos años, pero su hijo Theridor se había puesto al mando los últimos años. Mire a mi alrededor y no veía a nadie, nadie trabajaba en la gran barcaza, el ruido venia de atrás así que rodee la barcaza y allí estaba Arthema tan concentrada en lo que estaba haciendo que ni siquiera me vio aparecer. Tosí un poco para que se diera cuenta de mi presencia y la saludé:
"Hola Arthema, te veo muy atareada"
Entonces levanto la vista entre cerró los ojos, me miró fijamente y señalándome con la maza de madera que tenía en la mano me dijo:
"¿Has venido a ayudarme o a retrasarme?"
Y mantuvo la mirada hasta que le contesté:
"Tranquila melocotón" Le sonreí y le dije para calmarla. "si puedo ayudarte en algo... Llevo todo el día dando vueltas sin hacer nada, además está oscureciendo y seguro que estas hambrienta"
Me señaló unas tablas, me dijo que se las acercara y así lo hice. Mientras la ayudaba le pregunté que estaba haciendo ya que aquello no parecía una barca, eran como dos pequeñas barcas pero alargadas, unidas por unas barras y un mástil entre medio,
"Es una barca pero esta no esta preparada para pescar sino para navegar"
Eso avivó mi curiosidad aun más. Aunque no entendía la forma de esa barca me moría de ganas por probarla, mientras con destreza ataba unos cabos, empezó a contarme, "Esto es solo un proyecto a pequeña escala, mi padre esta trabajando en una barca cuatro veces mayor que esta, mi padre tiene pensado ensamblaría para el día de Hyldeghar, pero esta replica mas pequeña tal vez salga mañana si la brisa volviera a soplar" Entonces levantó la mirada y sonriendo me dijo
"¿No conocerás a ningún valiente que sepa navegar y quiera probar esta preciosidad?"
Tanta amabilidad no podía traer nada bueno así que decidí preguntarle un par de cosas.
"¿Pero esto es seguro?"
" uhmm... Pues si te soy sincera no, sino yo misma la dirigiría, pero puedo darte una explicación rápida de como se navega con esta barca"
"Ya sabía yo, que algo estabas tramando, a ver cuenta me como puede navegar esta... lo que sea "
"Venga no seas quejica y ayúdame a montar la otra vaina"
Nos pusimos manos a la obra y a la hora de cenar ya la tuvimos ensamblada, constaba de tres cuerpos, una vaina mayor que venia a ser el cuerpo central, a cada lado y situadas a mayor altura, unidas por dos barras al cuerpo central había dos vainas mas pequeñas, su función era que al no ser una barca convencional, mucho mas estrecha y alargada, al soplar el viento de alguno de los dos lados, una vaina haría de apoyo en al agua para que no volcara. Del cuerpo central se erguía un mástil con un intrincado conjunto de poleas, ni el mástil ni la vela eran convencionales, tenía la función normal de una vela pero también como si fuera una cometa como las que usábamos de niños para jugar el día de el solsticio. También en el cuerpo centrar y cerca del mástil se disponía un tablón tan alto como yo, con forma de espina, el cual servía para atravesar la vaina y saliera por debajo a modo de timón fijo, en la proa había un recoveco donde guardar sogas, útiles, y víveres. El la proa el interior cabían dos personas perfectamente, a los dos compartimentos se accedía a través de unas trampillas en la cubierta. Una vez todo estuvo listo para el día siguiente nos fuimos juntos a casa a cenar, hacia años que no hacíamos nada juntos y fue muy gratificante.
Al día siguiente me levanté antes de que amaneciera y desayune bien, era la víspera de Hyldeghar y me había comprometido a ayudar a bajar y ensamblar "La Rosa", la replica mayor que tenía el señor Kargen arriba en el cobertizo de su casa. Esa mañana casi todos los pescadores se habían echado a la mar, apenas había salido de mi casa cuando el sol empezó asomar por el horizonte bañándolo todo con en a tenue luz rojiza, el puerto con las barcas alejándose, la playa y la aldea, durante unos segundos me quedé inmóvil dejando que las primeras luces del alba temperaran mi cuerpo, y subí a casa de los Kargen, al final del camino casi en la cima de la loma, había una explanada que daba al acantilado que había detrás de el astillero, a la derecha de la explanada estaba el cobertizo y inmediatamente después la casa de los Kargen. Al acercarme oí la voz de Arthema discutiendo con su padre sobre la manera de bajar las piezas, al ver que me acercaba los dos se callaron y empezaron a disimular hasta que el señor Kargen me salido:
"Buenos días Válahyr, veo que sigues tan madrugador como siempre"
"Buenos días señor Kargen"
"Por favor llámame Loan, y no me llames señor" sonrió... "Yo no soy señor ni en mi humilde casa"
"Por supuesto señor... Digo... Loan"
Arthema se puso a su lado con los brazos cruzados y dijo:
"Bueno, dejaos de presentaciones y al lío"
En la explanada de la aldea ya nos esperaban dos chicos que el señor Kargen enseñaba a trabajar la madera y que alguna vez ayudaban al señor Kargen en el montaje de la réplica, eran poco habladores pero muy trabajadores, a media mañana ya teníamos la embarcación ensamblada y mientras Loan y los dos chicos acababan remontar la vela en el mástil, Arthema y yo nos dirigimos al astillero para probar la pequeña replica.
La brisa ya había empezado a soplar cuando bajábamos la extraña barca al agua por la rampa mientras Arthema me daba unos últimos consejos:
"Recuerda, primero alejaré unos metros, luego baja la espina"
"¿La espina?"
"Si, el timón fijo, luego despliega la vela media, luego cuando te hayas alejado un poco suelta la vela mayor para ganar velocidad"
"Entendido, pero... ¿Tanta cuerda para esto?"
Entonces Arthema me miro entrecerrando los ojos y me contestó:
"A eso voy, si el viento es suficiente, baja la polea superior para que la vela mayor quede a media altura y suelta cuerda para que se llene de aire y se eleve, cuanta mas altura mas sopla el viento, si te vieras capaz y el viento fuera favorable baja la polea de la vela superior hasta la base del mástil y suelta mas cuerda, recuerda que a mayor altura la vela mas baja debe estar la polea, sino podría tumbar la barca o romper el mástil"
"Lo tendré en cuenta melocotón."
Entonces durante unos segundos frunció el ceño y luego destensó su rostro y abrió los ojos y dijo con voz temblorosa.
"Ten cuidado ¿vale? No hagas ninguna locura no sabemos como se va a comportar en el agua y no te alejes demasiado"
Inmediatamente después de decir eso se inclino hacia mi de manera de manera que su cara quedo frente a la mía, sus ojos verdes de un brillo puro, casi cristalino cual gota de rocío. Y con voz suave me dijo casi susurrándome:
"Como vuelvas a llamarme melocotón seré yo misma quien te ahogue con mis propias manos"
Luego sonrió y golpeando con la palma de la mano la cubierta del bote me indicó que subiera y me dijo como cuando jugábamos de pequeños:
"Sube al bote marinero y que los vientos te sean favorables"
Empujó la barca para que saliera del embarcadero, luego realicé todos los pasos que me había indicado Arthema, al desplegar la vela media ya empezó a deslizarse surcando el mar. Al principio me costó un poco aprender a dominar la embarcación, mientras Arthema me observaba desde una ventana que había en lo alto del astillero, mas algunos pescadores que desde la lejanía observaban extrañados, sin darme cuenta la barca se desplazaba a gran velocidad cortando el agua con las dos vainas totalmente suspendidas en el aire apoyándose solo sobre la vaina central, era como si fuera un ave y volara a ras del mar entonces despliegue la vela mayor pero no se llenó de aire lo suficiente y acabó frenándome así que tuve que recogerla de nuevo. Luego navegue un poco mas. Hasta que me encare hacia el astillero y regresé a puerto. Llegando al astillero puede ver a Arthema esperando mi llegada riendo a carcajadas, y lanzando me una cuerda me dijo:
"¿Pero como se te ocurre desplegar la vela mayor a esa velocidad? Son dos tipos de navegación distinta, con la vela mayor se pueden alcanzar mayores velocidades pero debe desplegarse a menor velocidad sino el viento no puede llenar una vela tan grande"
Sacamos la barca del agua y nos dirigimos a la plaza de la aldea, todo el pueblo estaba allí ya que el señor Grighor había dispuesto seis cestos de pescado y seis hogueras para que todo el mundo comiera y celebrara el éxito de la pesca de los últimos días y premiar el trabajo echo por todos el día de la víspera.
Mi nombre es Válahyr y mi historia empieza el la pequeña aldea Ksono, la única aldea de la única isla, que quedó olvidada por los cuatro continentes después del gran cambio. Los cuatro grandes continentes se re-ubicaron con gran impetuosidad durante cuarenta generaciones y los pocos hombres que quedaron se agruparon según sus creencias e intenciones y de esa manera quedaron distribuidos en los cuatro continentes y fue después de los siguientes ochocientos años que no quedo ni rastro de cualquier discrepancia respecto a los cuatro reinos. No entre ellos, porque esas diferencias se mantienen perennes aún en nuestros días. Sino cualquiera que fuera diferente a las cuatro. Pero ajenas y desamparadas de los cuatro reinos, quedaron apenas siete familias aisladas en una pequeña porción de tierra que permaneció ilesa durante el gran cambio. Fue la confrontación de los cuatro elementos primarios: tierra, fuego, agua y viento representada en la lucha por mantenerse en el dominio de nuestro horizonte , los continentes, los océanos, el magma que emergía por doquier y del viento en todo su esplendor con una fuerza desmesurada que labraba tierra agua y fuego a su antojo resultando los cuatro continentes hoy presentes y la que resulto y permaneció impoluta hasta nuestros días: isla de Maijho.
Los cuatro continentes son bastas extensiones de tierra y algunas elevaciones de no mas de cien pies de altura y no hay mar, lago ni siquiera océano de mas de cien pies de profundidad, como tampoco viento que zarandee las ramas, de las exuberantes regiones, de bosques, que prácticamente cubren en su totalidad los continentes, a excepción de sus costas, algunos ríos y riachuelos que serpentean aquí y allá. También aunque mas holgados, se disponen algunos macizos de roca que emergen de entre los bosques pero sin despuntar demasiado, más algún que otro lago.
Poco más puedo contaros de los cuatro colosos, ya que desde que dejó de soplar el viento hace ya unos cincuenta ciclos, que vendrían a ser alrededor de doscientos cuarenta inviernos de nada sirven las velas a los barcos, salvo la de algún bote de algún pescador que aprovecha la tenue brisa para volver a puerto, pero estos botes no se alejan de las costas ya que las corrientes mar dentro, pueden llevarse el bote y no volver jamás. Hay leyendas de viejos pescadores que dicen haber sido arrastrados por la corriente durante el cambio de estación, dicen, haber divisado el vecino continente Thebo, después con la ayuda de remos, una pequeña vela y la perezosa brisa regresaran a puerto antes de que la corriente los alejara demasiado. Sucesos lejanos el el tiempo, que se convierten en leyendas ya que sus protagonistas ya no están entre nosotros. Comparaban Thebo con Maijho siendo nuestra isla una réplica en miniatura del continente vecino, pero que a los lados la vista no hallaba el final a las costas de Thebo. El difuso horizonte se mezclaba con las costas de la lejanía, en cambio Maijho era una isla prácticamente redonda a excepción de la pequeña bahía donde está asentada la aldea de Ksono.
Ksono, mi hogar, hogar de pescadores. A día de hoy somos cuarenta familias, la aldea y el puerto son prácticamente idénticos en tamaño ya que el mercado también forma parte del puerto y esta unido a la lonja y las casas se disponen alrededor y sobre la falda de la loma del solsticio. En su totalidad Ksono, apenas es una mácula en la isla, y aparte de sus cinco playas y sus costas de roca escarpada un inmenso bosque que cubre casi en la totalidad la isla nos sustenta, y apacigua nuestra hambre cuando la pesca escasea, también nos dispone de leña para la lumbre, madera para nuestras casas y nuestros botes, y además plantas para nuestros males.
Yo vivía en la casa del camino que se aleja de la aldea subiendo la loma hacia casa de los Kargen, una familia algo estrambótica que ya conoceréis, mi casa era una casa pequeña pero acogedora en la que vivíamos yo y mi madre, mi padre se lo llevó el mar cuando yo apenas había cumplido siete años, pero de eso ya hace unos diez años, fue al año cuando realmente aceptamos que no volveríamos a verlo, mi madre que toda la vida se había dedicado a hacer remiendos en redes y nansas y a vender el pescado que traía mi padre, empezó a hacer remiendos en vestidos, trajes, etc, cosa que luego le llevó a realizar sus propias confecciones. Yo en cuanto cumplí los trece empecé a ayudar en la lonja al señor Bergen, Eliathyr Bergen fue gran amigo de mi padre y se encargaba de dirigir la lonja. Empecé de recadero para el señor Bergen y al cumplir los quince me ofrecieron trabajo recargando pescado, fueron dos años muy duros hasta que hace poco cuando me ofrecieron salir a la mar. Jamás olvidaré la primera vez que dejé de tener Maijho a mis espaldas y el inmenso mar delante para pasar a adentrarme en el inmenso mar para ver como la pequeña isla se alejaba y se hacía mas pequeña. Esos eternos segundos en los que sentí que mientras me alejaba algo en mi pecho luchaba por salir, era como una voz sin palabras que clamaba por un vacío, algo que se sucedía entre latido y latido lentamente hasta que el pescador al que acompañaba me hizo volver en mí cuando me preguntó:
"¿Sabes que es lo mas importante al salir a pescar?"
Durante unos instantes seguí mirando la isla hasta que me giré y le contesté:
"Volver, volver a puerto"
A lo que me contestó.
"Pero para ello hay que saber navegar, ¿verdad? Entonces ¿Qué es lo mas importante al salir a navegar?"
Y acabando de pronunciar esas palabras desplegó la pequeña vela y empezamos a surcar el mar, empujados por una suave brisa, rodeando Maijho. Ese fue el día en que navegar se convirtió en mi obsesión, hasta que llego el verano. El verano más caluroso de todos, casi era imposible navegar y la mayoría de días de nada servía una vela, los días de mas calor ni salíamos a pescar ya que esos días la pesca era nula.
Cada verano en Maijho celebrábamos el solsticio de verano, y tres días antes ya empezaban las celebraciones, a las que nos referíamos con el nombre de Hyldeghar. Y fue dos días antes de Hyldeghar cuando empezó todo. Yo estaba una mañana más, viendo amanecer desde la entrada de mi casa a pie de camino donde se podía ver todo el puerto esperando, un poco de viento cuando de repente vi bajar a alguien por el camino, era la hija de los Kargen, Arthema Kargen, que bajaba refunfuñando con un pequeño artefacto en una mano y en la otra un palo con el que iba golpeando la hierba del camino y al pasar por delante de mi le dije:
"Adiós melocotón!!.
Entonces se dio la vuelta miro el artefacto, luego el palo, me miró y me lanzo el palo, luego se volvió y siguió camino abajo. Le llamo melocotón por el color de su pelo, tiene una espesa melena de rizos anaranjados que descansan sobre sus delicados hombros. El color del pelo le viene de su padre aunque su padre tenía al pelo enmarañado y además una calva encima de la cabeza que le daba un aspecto desaliñado, de el también le venía su piel fina y pálida, en cambio de su madre tenía sus ojos verde claro cuales brotes tiernos de hierba al llegar la primavera, también sus rizos aún que su madre tenía una tupida melena color castaño claro que solía llevar recogida con un pañuelo.
Esa mañana era algo mas fresca que las demás, y después de comer algo me decidí a bajar al puerto a ver si algún pescador madrugador había tenido suerte esa mañana, mientras bajaba por el camino vi a Arthema dirigirse al astillero que estaba situado a la derecha de la bahía al final del puerto, al principio no le di importancia. Al llegar al puerto todo estaba tranquilo, como siempre, algunos pescadores arreglaban sus redes mientras otros aprovechaban para calafatear sus botes durante los días es escasez. Otros sin embargo habían salido a pescar de madrugada y aun no habían regresado, se les veía faenando en la lejanía pero la vista no alcanzaba para ver si había peces en las redes que sacaban.
Cuando el sol estaba a mitad de camino del medio día, estaba ablando con con unos pescadores ancianos cuando alguien avisó de que llegaba a puerto una barca, era Theridor Brogen, ¿Quién sino iba llegar a puerto alardeando de esa manera, enseñando su mayor captura por encima de su cabeza? Theridor es un chico algo mayor que yo, su padre el señor Grighor Brogen era el dueño de la gran barcaza. El señor Grighor era una persona importante en Ksono y daba trabajo a mucha gente pero era muy exigente. Al llegar al muelle Theridor saltó de la barca el primero antes de que la amarraran, algo impropio de un capitán, y mandó a dos jovenzuelos descargar el pescado que se apresuraron en descargar los cestos llenos de pescado. Cuando ya estuvo mas cerca de nosotros lanzó una carcajada y dijo
"Los Brogen no dependemos de la gran barcaza para conseguir abundantes capturas"
Nos saludo con la mano y prosiguió su camino hacia la lonja, pero apenas había dado unos pasos cuando alguien avisó de que se acercaban mas barcas, los Kirgen en su barca que se apresuraban en acabar de llenar los cestos de pescado y los Shogen celebrando su éxito mientras replegaban su pequeña vela.
Con todo el alboroto no me había dado cuenta de que soplaba una suave brisa, en unos instantes el puerto había vuelto a cobrar vida. Nadie se lo esperaba, de la aldea bajaba gente, algunos a trabajar, otros a comprar y algunos ancianos simplemente a curiosear, pero solo una persona subía a toda prisa, inconfundible entre la muchedumbre con su melena pelirroja zigzagueando, hasta que llego al pie del camino, a Arthema se la veía muy ocupada hoy. Decidí que si mañana, víspera de Hyldeghar volvía a soplar la brisa saldría a pescar así que empecé a hablar con los pescadores para ver si alguno se animaba, pero no hubo suerte. Por la tarde después de comer con mi madre bajé a la aldea, algunos vecinos empezaban a decorar Ksono para la celebración, todo el mundo estaba entusiasmado y mas aún con el éxito de la pesca. Algunas chicas subían a ver a mi madre seguramente para arreglar sus vestidos, algunos pescadores preparaban las redes para el día siguiente, un grupo de chicos jóvenes se divertían en la playa del puerto, vi a lo lejos que había luz en el astillero y decidí acercarme a curiosear, mientras me acercaba me percaté de que había alguien trabajando dentro. Al adentrarme en el astillero lo primero que vi fue la gran barcaza de los Brogen, aprovechaban los días de escasez para ponerla a punto, era inmensa, casi ocupaba todo el astillero, semi-cubierta y en los lados había unas oberturas para sacar unos remos, la tripulación constaba de tres pescadores dos marineros y el capitán. El capitán fue Grighor durante muchos años, pero su hijo Theridor se había puesto al mando los últimos años. Mire a mi alrededor y no veía a nadie, nadie trabajaba en la gran barcaza, el ruido venia de atrás así que rodee la barcaza y allí estaba Arthema tan concentrada en lo que estaba haciendo que ni siquiera me vio aparecer. Tosí un poco para que se diera cuenta de mi presencia y la saludé:
"Hola Arthema, te veo muy atareada"
Entonces levanto la vista entre cerró los ojos, me miró fijamente y señalándome con la maza de madera que tenía en la mano me dijo:
"¿Has venido a ayudarme o a retrasarme?"
Y mantuvo la mirada hasta que le contesté:
"Tranquila melocotón" Le sonreí y le dije para calmarla. "si puedo ayudarte en algo... Llevo todo el día dando vueltas sin hacer nada, además está oscureciendo y seguro que estas hambrienta"
Me señaló unas tablas, me dijo que se las acercara y así lo hice. Mientras la ayudaba le pregunté que estaba haciendo ya que aquello no parecía una barca, eran como dos pequeñas barcas pero alargadas, unidas por unas barras y un mástil entre medio,
"Es una barca pero esta no esta preparada para pescar sino para navegar"
Eso avivó mi curiosidad aun más. Aunque no entendía la forma de esa barca me moría de ganas por probarla, mientras con destreza ataba unos cabos, empezó a contarme, "Esto es solo un proyecto a pequeña escala, mi padre esta trabajando en una barca cuatro veces mayor que esta, mi padre tiene pensado ensamblaría para el día de Hyldeghar, pero esta replica mas pequeña tal vez salga mañana si la brisa volviera a soplar" Entonces levantó la mirada y sonriendo me dijo
"¿No conocerás a ningún valiente que sepa navegar y quiera probar esta preciosidad?"
Tanta amabilidad no podía traer nada bueno así que decidí preguntarle un par de cosas.
"¿Pero esto es seguro?"
" uhmm... Pues si te soy sincera no, sino yo misma la dirigiría, pero puedo darte una explicación rápida de como se navega con esta barca"
"Ya sabía yo, que algo estabas tramando, a ver cuenta me como puede navegar esta... lo que sea "
"Venga no seas quejica y ayúdame a montar la otra vaina"
Nos pusimos manos a la obra y a la hora de cenar ya la tuvimos ensamblada, constaba de tres cuerpos, una vaina mayor que venia a ser el cuerpo central, a cada lado y situadas a mayor altura, unidas por dos barras al cuerpo central había dos vainas mas pequeñas, su función era que al no ser una barca convencional, mucho mas estrecha y alargada, al soplar el viento de alguno de los dos lados, una vaina haría de apoyo en al agua para que no volcara. Del cuerpo central se erguía un mástil con un intrincado conjunto de poleas, ni el mástil ni la vela eran convencionales, tenía la función normal de una vela pero también como si fuera una cometa como las que usábamos de niños para jugar el día de el solsticio. También en el cuerpo centrar y cerca del mástil se disponía un tablón tan alto como yo, con forma de espina, el cual servía para atravesar la vaina y saliera por debajo a modo de timón fijo, en la proa había un recoveco donde guardar sogas, útiles, y víveres. El la proa el interior cabían dos personas perfectamente, a los dos compartimentos se accedía a través de unas trampillas en la cubierta. Una vez todo estuvo listo para el día siguiente nos fuimos juntos a casa a cenar, hacia años que no hacíamos nada juntos y fue muy gratificante.
Al día siguiente me levanté antes de que amaneciera y desayune bien, era la víspera de Hyldeghar y me había comprometido a ayudar a bajar y ensamblar "La Rosa", la replica mayor que tenía el señor Kargen arriba en el cobertizo de su casa. Esa mañana casi todos los pescadores se habían echado a la mar, apenas había salido de mi casa cuando el sol empezó asomar por el horizonte bañándolo todo con en a tenue luz rojiza, el puerto con las barcas alejándose, la playa y la aldea, durante unos segundos me quedé inmóvil dejando que las primeras luces del alba temperaran mi cuerpo, y subí a casa de los Kargen, al final del camino casi en la cima de la loma, había una explanada que daba al acantilado que había detrás de el astillero, a la derecha de la explanada estaba el cobertizo y inmediatamente después la casa de los Kargen. Al acercarme oí la voz de Arthema discutiendo con su padre sobre la manera de bajar las piezas, al ver que me acercaba los dos se callaron y empezaron a disimular hasta que el señor Kargen me salido:
"Buenos días Válahyr, veo que sigues tan madrugador como siempre"
"Buenos días señor Kargen"
"Por favor llámame Loan, y no me llames señor" sonrió... "Yo no soy señor ni en mi humilde casa"
"Por supuesto señor... Digo... Loan"
Arthema se puso a su lado con los brazos cruzados y dijo:
"Bueno, dejaos de presentaciones y al lío"
En la explanada de la aldea ya nos esperaban dos chicos que el señor Kargen enseñaba a trabajar la madera y que alguna vez ayudaban al señor Kargen en el montaje de la réplica, eran poco habladores pero muy trabajadores, a media mañana ya teníamos la embarcación ensamblada y mientras Loan y los dos chicos acababan remontar la vela en el mástil, Arthema y yo nos dirigimos al astillero para probar la pequeña replica.
La brisa ya había empezado a soplar cuando bajábamos la extraña barca al agua por la rampa mientras Arthema me daba unos últimos consejos:
"Recuerda, primero alejaré unos metros, luego baja la espina"
"¿La espina?"
"Si, el timón fijo, luego despliega la vela media, luego cuando te hayas alejado un poco suelta la vela mayor para ganar velocidad"
"Entendido, pero... ¿Tanta cuerda para esto?"
Entonces Arthema me miro entrecerrando los ojos y me contestó:
"A eso voy, si el viento es suficiente, baja la polea superior para que la vela mayor quede a media altura y suelta cuerda para que se llene de aire y se eleve, cuanta mas altura mas sopla el viento, si te vieras capaz y el viento fuera favorable baja la polea de la vela superior hasta la base del mástil y suelta mas cuerda, recuerda que a mayor altura la vela mas baja debe estar la polea, sino podría tumbar la barca o romper el mástil"
"Lo tendré en cuenta melocotón."
Entonces durante unos segundos frunció el ceño y luego destensó su rostro y abrió los ojos y dijo con voz temblorosa.
"Ten cuidado ¿vale? No hagas ninguna locura no sabemos como se va a comportar en el agua y no te alejes demasiado"
Inmediatamente después de decir eso se inclino hacia mi de manera de manera que su cara quedo frente a la mía, sus ojos verdes de un brillo puro, casi cristalino cual gota de rocío. Y con voz suave me dijo casi susurrándome:
"Como vuelvas a llamarme melocotón seré yo misma quien te ahogue con mis propias manos"
Luego sonrió y golpeando con la palma de la mano la cubierta del bote me indicó que subiera y me dijo como cuando jugábamos de pequeños:
"Sube al bote marinero y que los vientos te sean favorables"
Empujó la barca para que saliera del embarcadero, luego realicé todos los pasos que me había indicado Arthema, al desplegar la vela media ya empezó a deslizarse surcando el mar. Al principio me costó un poco aprender a dominar la embarcación, mientras Arthema me observaba desde una ventana que había en lo alto del astillero, mas algunos pescadores que desde la lejanía observaban extrañados, sin darme cuenta la barca se desplazaba a gran velocidad cortando el agua con las dos vainas totalmente suspendidas en el aire apoyándose solo sobre la vaina central, era como si fuera un ave y volara a ras del mar entonces despliegue la vela mayor pero no se llenó de aire lo suficiente y acabó frenándome así que tuve que recogerla de nuevo. Luego navegue un poco mas. Hasta que me encare hacia el astillero y regresé a puerto. Llegando al astillero puede ver a Arthema esperando mi llegada riendo a carcajadas, y lanzando me una cuerda me dijo:
"¿Pero como se te ocurre desplegar la vela mayor a esa velocidad? Son dos tipos de navegación distinta, con la vela mayor se pueden alcanzar mayores velocidades pero debe desplegarse a menor velocidad sino el viento no puede llenar una vela tan grande"
Sacamos la barca del agua y nos dirigimos a la plaza de la aldea, todo el pueblo estaba allí ya que el señor Grighor había dispuesto seis cestos de pescado y seis hogueras para que todo el mundo comiera y celebrara el éxito de la pesca de los últimos días y premiar el trabajo echo por todos el día de la víspera.
Nos
dirigimos a nuestras respectivas casas para asearnos antes de bajar a
comer algo y disfrutar de la festividad de la víspera, al llegar a
casa mi madre apuraba los últimos retoques a los vestidos que de
algunas jóvenes habían esperado hasta el último momento para
llevárselos a mi madre, al verme entrar por la puerta me dirigió
una sonrisa y me dijo:
“Hijo,
yo me demorare en bajar, aun tengo algunos remiendos que hacer,
espero que no te importe que no te acompañe”
Me
acerque a ella y me senté a su lado, hacía tiempo que no la veía
sonreír de esa manera.
“No
te preocupes madre, Arthema me acompañara, tu baja cuando puedas”
Ella
volvió a sonreírme con una sonrisa más amplia aún, con un
movimiento ágil de sus dedos anudó el hilo y dejó a un lado el
vestido, me agarró las manos y su rostro se serenó y mirándome a
los ojos me dijo:
“Válahyr,
mañana es el día de Hyldeghar, no solo es una festividad sino un
día de cambios, el solsticio es el inicio de un nuevo ciclo lleno
de oportunidades, este año además parece que los cambios serán mas
intensos que nunca, no desaproveches las oportunidades que se te
presenten. ¿Que haces aún aquí? Ves a prepararte para la
festividad, no hagas esperar a Arthema”
Volvió
a coger el vestido y volvió a sus labores, yo asentí con la cabeza
y me apresuré hacia mi habitación mientras daba vueltas en mi
cabeza a las palabras que me había dicho mi madre. Tenia un carisma
especial, y siempre me daba consejos de una manera sutil, que yo
después debía desmenuzar para encontrar el porqué de aquellas
palabras.
Me
apresuré a asearme y a vestirme para bajar a la celebración, cuando
me hube vestido me tumbé en mi cama con la vista perdida en el
techo, pensando en las palabras que me había dicho mi madre, un día
de cambios... cuando ya hacia varios días que todo parecía cambiar
por momentos, demasiadas cosas a las que me costaba seguir el ritmo;
estuve aún un rato remoloneando en mi habitación, hasta que oí a
mi madre tararear, casi ronroneando, una canción que me era familiar
aunque lejana en el tiempo.
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